domingo, 16 de octubre de 2011

En el ojo del huracán


Última noche en casa de los Alay. “The fray” en los auriculares me recuerda a las largas temporadas de exámenes haciéndome compañía (Oh sí! Ya solo me queda recordarlo). Raquel y Lorena, tumbadas en la cama de al lado, leen un libro y miran la tv. Poker Stars aparece detrás de la música del ordenador y más allá, Dilan, el pequeño de la casa con casi 3 años ríe escaleras abajo. Mi espalda recostada en la pared húmeda del lado de mi cama y de nuevo el pequeño ordenador sobre mis piernas. 


Cada día me siento más conectado a Guatemala. Sabiendo de dónde vengo y a dónde voy, pero echándola de menos incluso estando en ella. Tengo la sensación de no poder aprovecharla en tan poco tiempo. Queda tanto que aprender… no me quiero ir.
Dentro del ambiente de un país desestabilizado y peligroso, encuentras a un montón de gente que merece la pena. De veras la merecen. Atentos y amables como nunca lo he visto en España. Disponibles en todo momento sin apenas conocernos. Creo que tenemos mucho que envidiar.

Os echo de menos. Sin duda lo hago. A cada uno de los especiales allá, en mi mundo real. Pero es fácil que la mente se despiste y navegue al ritmo “chapín”. Supongo que en ocasiones distante y desatento, pero creo que me lo podréis perdonar, verdad? Menos de 3 semanas que pienso aprovechar cada día en ellas como que fuese el último.
Cara de huevo! 20 días y me tienes allí dándote la vara!

El martes fui a ver el partido de clasificación del mundial con los hombres de la casa Alay. Me invitaron a verlo. Son increíblemente amables, no me cansaré de repetirlo.



 El miércoles fue un día de lo más aventurero. Lo único que queda de trabajo de campo es la topografía de las chicas. Desde Laguna de Calderas (la fuente) hasta Humitos. Así que subimos hasta la laguna para comenzar el trabajo, fundir unos mojones y referenciar todos los puntos.

El día estaba complicado. Llevaba lloviendo de una manera especialmente intensa durante esos días debido a los restos del huracán que había entrado por México. Pero decidimos subir porque solo íbamos a iniciar el trabajo sin topografiar la línea. 

Llegamos allá en unos 40 min en carro. Nos esperaban en la caseta de la bomba que alimenta la actual línea de abastecimiento, la comisión que nos iba ayudar a chapear el camino.




Ya una vez allí nos dimos cuenta de la intensidad especialmente fuerte de la lluvia. Era tipo tormenta tropical. Como cortinas de agua cayendo sin parar ni un instante. Esperamos en torno a una hora platicando (hablando) un poco del trabajo que se iba a realizar y esperar a que escampara. No ocurrió. Por desgracia, decidimos suspender el día de trabajo.

Hay 3 rutas posibles para volver a Cerritos desde Laguna de Calderas. Elegimos la más segura pues nos comentaron los nativos de la zona que había peligro de derrumbes en las carreteras y debíamos tener precaución.

Comenzamos la vuelta y vimos que la lluvia era realmente seria y preocupante. La calzada se convertía en un improvisado río de un caudal considerable. Daban ganas de sacar unos remos por las ventanillas. Obviamente el drenaje en este tipo de carreteras es no mejor que deficiente o inexistente.


Avanzamos con cuidado. El pick-up tiene doble tracción pero el camino comenzaba a estar seriamente enlodado. Despacio y con cautela nos acercábamos al Pepinal, el pueblo donde dejábamos a nuestros compañeros. Pero se estaba complicando por minutos y el coche quedó atrapado. Éramos muchos por suerte y bajamos a empujarlo. Sin problemas, entre risas y bromas lo sacamos entre todos.


Al fin alcanzamos El Pepinal y dejamos a la comisión. Avanzamos menos de un kilómetro y vimos un derrumbe que ocupaba casi toda la carretera. Veíamos literalmente cómo la montaña se iba comiendo la calzada. Avanzamos ágiles y con cuidado.

No habíamos andado más de otro kilómetro cuando vimos a un grupo de hombres quitar un árbol caído de en medio. Bajamos a ayudarles. La cosa se complicaba de verdad. Nos quedaba mucho más de la mitad del camino.


Seguimos adelante y de nuevo, al poco, otro derrumbe. Esta vez no se podía pasar si no era por encima de la tierra. Fue entonces cuando un grupo de jóvenes nos advirtieron que más abajo otro derrumbe había cortado literalmente el paso. Tuvimos que tomar la decisión de dar la vuelta. Bueno, al menos nos quedaban otras 2 opciones.

Volvimos a pasar por Pepinal y los de la comisión se subieron al coche para ayudarnos a empujar de nuevo en la zona enlodada. Efectivamente no pasamos  y de nuevo tuvimos que empujar. 

Los derrumbes parciales y árboles en medio de la carretera eran ya constantes. No avanzabas medio kilómetro sin ver uno. Y lo malo es que esos no estaban 15 minutos antes… La lluvia lejos de remitir, apretaba fuerte.

Pasamos la zona del lodazal. Muy cautos seguimos adelante. Pero acabábamos de empezar lo malo. Poco más adelante unos hombres nos detuvieron. Nos advirtieron que más arriba estaba cortada también por un gran árbol cruzado. (qué bien! Estábamos atrapados por arriba y por abajo!) Pazmiño, el topógrafo, tiene 25 años de experiencia en esto y no parecía tener miedo a nada. Paró en una casa, pidió un hacha y allá que fuimos a cortar el árbol. Teníamos además otros 2 machetes. Así que Amado, un crack que ayuda en la ONG y además es bien simpático, su pupilo (Paulino) y yo, nos bajamos a darle al árbol hasta acabar con él mientras las chicas esperaban en el coche.


  Ahí estábamos los 4 contra la naturaleza. De izda a derecha: Pazmiño, yo y Amado.

Entre 20 y 30 minutos nos llevó talarlo. Justo al acabar coincidió que vino una furgoneta y nos ayudó a moverlo pues era bien pesado el tronco. Pudimos avanzar. Elegimos pues el segundo camino de los 3 que quedaban.

Parecía estar igual o peor. No veías ni un solo carro moverse. Seguimos un par de kilómetros y nos encontramos lo peor. Un gran árbol había caído sobre los cables de alta tensión y se encontraba en medio junto con los cables colgando, de película!. Quisimos dar la vuelta, pero finalmente vimos que había un hueco por donde podíamos cruzar. Entre cables y a 2 por hora cruzamos con bien de miedo. Ahí sí estaba bien peligroso.


Finalmente, logramos seguir. Pero cuál fue nuestra sorpresa que casi en la siguiente curva nos encontramos esto.


Otro gran derrumbe cortaba de lleno la carretera. Eso tampoco había manera de moverlo.

Segunda opción anulada. Ahí ya sí que de verdad pensamos en que la cosa se había vuelto bien jodida. Ya tenía en la cabeza ir a casa de la gente de los poblados a que nos acogieran. Tuvimos que volver. Dar la vuelta por los cables y volver a Laguna de Calderas si la carretera nos lo permitía. Era constante la lluvia de derrumbes y árboles. 

Llegamos a Laguna de una pieza. Solo nos quedaba una opción. Volver por donde habíamos venido que se había desechado desde un principio. Con el acelerador a medio gas y los huevitos de corbata avanzamos con mucha precaución entre tierra  y árboles caídos hasta llegar a Cerritos. Un camino bien complicado pero que al final resultó ser el tercero la opción posible, aunque aparentemente no lo fuera.

Me quedo con el comentario del topógrafo cuando dijo al acabar el día que nunca había tenido un día tan intenso en sus 25 años de carrera!

Peligroso pero bien emocionante! Ahora tenemos que esperar a que pase el temporal para que se estabilice todo. Así pues estos días volvemos a Cerritos con los niños y trabajar con ellos en la escuela de vacaciones que empieza mañana. Hasta les vamos a dar clase de música que hay un teclado! Seguro será divertido.

Muaaaa!!
Órale mis cuates!!

1 comentario:

  1. enserio? parece una pelicula de miedoooo, todos los cominos por los que vais cortados!!!!
    no os encontrarteis ningun hombre con anorack y un gancho de pesca no?? jajaja
    un bezzzzzo

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