sábado, 5 de noviembre de 2011

Agotando Guate

Vuelo CO 63Y

Todo ha cambiado.

Desde la pequeña ventana del avión, puedo ver reflejada la libreta junto con el bolígrafo que la ha rellenado. Detrás, muy al fondo, las luces intensas de New York iluminan la noche cerrada en el primer mundo. Mi letra se tuerce temblorosa por las turbulencias, apenas han pasado 5 minutos tras el despegue. Junto a mí, un estadounidense de unos 35 años me sonríe cómplice al verme escribir. Un leve aroma a comida alimenta mi estómago.
El ruido del avión lo apaga todo. Con dificultad distingo voces y el llanto de un niño por los temblores. Ya no escucho ese acento chapín que tanto me ha influenciado. Ya no me siento especial. Todo se normaliza. Todo se complica.

Ya no estoy en Guatemala.

Todo ha cambiado.



La última semana ha sido el broche de oro a un viaje inolvidable.

Tras finalizar y ultimar en la U todos los papeles y detalles del proyecto, nos reunimos con nuestros amigos chapines.

Era lunes y esa noche se celebraba Halloween. Qué menos que disfrazamos! Salimos por Guate City y la pasamos muy bien. Disfrazarse da mucho juego allá donde estés.



El martes fue un día bien completo. Nos levantamos en la mañana bien pronto a pesar de haber salido el día anterior, había que exprimir Guatemala! Maggy y Fernando, su hermano, se animaron a acompañarnos de turismo. La idea era ir al lago Atitlan, al pueblo de Panajachel. Pero nos habían informado que de paso al lago había un pueblo llamado Sumpango que celebraba ese mismo día la Feria de los Barriletes. Allá que fuimos con nuestros amigos.

Era tradición en aquel curioso pueblo volar barriletes (cometas) de hasta 18 metros de diámetro. Espectaculares. Una feria en toda regla de cultura y tradición chapina que disfrutamos durante la mañana.


Ya sobre la hora de comer tomamos rumbo a Panajachel y Maggy y Fernando fueron con sus familiares a celebrar el día 1 de noviembre comiendo comida típica.


En el camino nos pasó algo inesperado. Íbamos montados en la camioneta (los buses típicos que he enseñado en alguna ocasión, tipo los Simpson. Cómo no cual sardinillas. La maleta que llevábamos iba atrás del todo. Pegada a la puerta trasera. Todo era normal, hasta que de pronto gritó Raquel: “PARA PARA PARA PARA”. Cuando me giré nuestra maleta rodaba y daba vueltas de campana a unos 80 km/h por la carretera mientras varios coches la esquivaban para evitar atropellarla. La puerta trasera se abrió inesperadamente dejando caer nuestra maleta. El bus logró parar unos 300 metros adelante. Por suerte ningún coche la atropelló y pudimos regresarla casi sin consecuencias. Una suerte a esas velocidades!

Finalmente llegamos a Pana. Un lugar ideal.
Pana es un pueblo muy turístico enclavado en la orilla del lago Atitlan y envuelto bajo 3 volcanes. Es un lugar seguro, precioso, con aires hippies, influencia turística y tradición chapina. Un sitio perfecto donde desaparecer un año y vivir en paz.

Ya nada más llegar y salir del hotel nos encontramos por casualidad con varios españoles. Nos invitaron a tomar un café con ellos y compartir las experiencias vividas en el país de la primavera eterna. Fue Emi, uno de ellos, quien decidió regalarnos más de su tiempo y enseñarnos el pueblo.


Emilio es un palentino becado por la complu de Madrid que estuvo atendiendo como nutricionista de niños en un hospital chapín. Muy dura experiencia. 
Conectamos los 4 genial y se quedó todo el día con nosotros. Incluso dormimos los 4 en el hotel, muy buena onda! Una pena no haber podido compartir más tiempo con él.


El día siguiente era el cumple de Raquel y el concierto de Maná. 
La levantamos con una tarta de cumpleaños en la cama y con una piñata sorpresa. Como una reina!



Intentamos aprovechar Pana al máximo con un paseo en lancha visitando los pueblos más cercanos. Casi sin tiempo pero disfrutando de las increíbles vistas del que dicen es uno de los lagos más bonitos del mundo. Doy fe. Rabia de no poder verlo con más tranquilidad. Tengo la sensación de que en un futuro dejaré satisfechas mis ganas...


Sobre la 13:00 agarramos una camioneta y nos fuimos a Guate. Tres horas y media embutido y de pie sin descanso. Horrible!

Una vez en Guate fuimos a casa de Maggy y según entramos a su casa… SORPRESA! Habían llenado la sala entera de globos, posters, fotos y una tarta para felicitar a Raquel su cumpleaños. Son increíbles! No se agotaron ni un momento de tener detalles con nosotros. Ojalá algún día les pueda devolver tantos favores acá en España…


Comimos la tarta, unas alitas de Pollo Campero y nos preparamos para Maná.
Un gran concierto que clavaba la guinda perfecta!




Este blog se acaba. Ya solo me queda una entrada que redactar. Diría que la más emotiva... la despedida.

Creo que las 3:11 h de la mañana de la hora española es buen momento para dejar de escribir.
Hasta mañana.


Órale mis cuates!

1 comentario:

  1. he estado a punto de llorar!!! q bonito todooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

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